(Para Odette, mi señora por su amor y solidaridad)
Ahora que al dolor le gustó el territorio de mi cuerpo
como lugar de esparcimiento,
observo como un vígía
la penosa inmovilidad de las cosas,
la angustiosa repetición de la vida diaria,
la insurgencia de las moscas,
apenas el frío esconde sus filosas estalactitas
y ellas vuelan sin miedo a ser sacrificadas,
atisbo al cangrejo del tiempo
que corre por todos lados
sobre las playas de mi pecho,
entonces, me invade un sentimiento jinete
que se pone a cabalgar sobre las praderas del tedio,
y pienso en el hermoso itinerario de paisajes,
que ahora cambio por masajes
y por amorosas inyecciones que aplica mi señora
en mis nalgas de alfiletero,
pienso en mi hija que me habla
sobre la junta de consejo de su escuela
y me pide llevarla a ver a las estrellas
en las noches de huelga chapinguera,
y pienso en el arsenal de bellísimas palabras
que me prodigan mis amigas y mis amigos
en las nubes digitales,
todas estas muestras de amor
las guardaré en mi memoria
para zurcir con ellas una patria solidaria,
las pondré en mi almohada
cada noche para alejar el fuego de mis demonios,
las consignaré por escrito
en el deshielo de mi pierna
para sacudir de una vez por todas
la hibernación en que se encuentra,
y mientras pienso esto, mis amigos,
mis compañeros de trabajo siguen en huelga,
mis hermanos de Atenco marchan solidarios,
otros resisten el acoso de los ruines
desde los calabozos de las prisiones
desde las trincheras del desempleo
desde el cepo de los viles
desde los grilletes del capital
y entonces pienso que hay que aliviarse rápido
porque hoy es tiempo de unión
y no quiero dejar a estos párpados sin luz
ni quedar petrificado en esta silla
que destroza el cuerpo
ni quedarme atrapado en los días rotos
contemplando como crece en mi pueblo
ese puño de amor y rebeldía,
no, no vale la pena
estar más tiempo
con el crucifijo del enfermo.
...............
martes, 5 de abril de 2011
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