jueves, 17 de junio de 2010
¡VIVA MÉXICO, CABRONES!
Hoy jueves17 de junio, cuando toda la colonia mexicana en Temuco está contenta, o sea mi alma y yo, aprovecho la victoria de México ante Francia (que no tiene nada que ver con el 5 de mayo de 1862, pero sí tiene que ver con esos mequetrefes vestidos ridículamente de aristócratas franceses en las tribunas del estadio), para escribir sobre un compa, compañero, amigo, hermano, carnal, cuate que desde el exilio (en algún momento quisiera saber por qué y no que me remita a una revista de Proceso del año de la canica) hace esfuerzos bizarros por unir voluntades, por hermanar voces, por rejuntar conciencias para hacer de este mundo matraca un entorno igualitario. Y lo digo porque al escuchar el bellísimo himno nacional mexicano después del no menos bello himno francés, me dieron ganas de chillar como mi madre siempre llora cuando escucha el himno con la mano horizontal sobre el pecho (no sé porque chingados los futbolistas mexicanos no saludan como siempre lo hemos hecho), digo que al escuchar el himno desde un país que no es mío y es mío al mismo tiempo, Chile, se siente que las tripas se revuelcan en un nacionalismo difícil de describir. Por eso entiendo al Superbondfly, o lo que es lo mesmo al Juanito Guanabacoa o un tal Belmont que me recuerda a “Yo sé que tu me amas, y siempre lo harás”, y a “Amarrados, amarraaados”, y a los años 60 y 70, y yo desde aquí, en panavisión y en panorámica, recordando tantos órale, tantas chingadas y cabrones y pendejos y pinches y albures, o mejor, pinches albures, y tantas imágenes de México, del DF, de nuestras películas, de nuestras canciones, de nuestro sol, nuestras playas, nuestras luchas, nuestra gente, nuestros tlacoyos, tamales atoles y todo lo que México es, tan triste es ¡tan alegre!, y el allá y yo acá, en las antípodas y él haciendo tantos esfuerzos por hacer fuerza y lucha y amigos y yo acá haciendo lo mío, tratando de hilvanar las hebras desperdigadas, igualmente para que este pinche mundo lo respetemos y la naturaleza sea respetada, le hago un reconocimiento al tal Juanito de Canada, porque supongo que ya quiere también esos territorios y que me ha puesto en contacto con otros carnales de la misma médula como Rompe y rasga, otro cabrón que en el aire las compone, igual que Sádico Mercenario y Pedro Cables y familia que lo acompaña. Bueno todo esto es para mandarle un saludo (y como decían los antiguos izquierdistas que ya se acabaron) fraternal y profundamente revolucionario.
domingo, 13 de junio de 2010
LO QUE VI EN RAGUINTULEUFU (ENTRE RÍOS) EN UNA NOCHE DE LUTO
Vi gladiolas como saxofones o clarinetes tocando un bellísimo concierto de flores. Flores grandes, pequeñas, pequeñitas, despiertas y dispuestas en ramos y coronitas. Vi miles de flores vivas que le daban vida a lo sin vida que gobernaba el Eluwún, la ceremonia del entierro, una ceremonia nada ceremoniosa donde había un barullo de flores respondonas, achispadas y jubilosas, porque había magnolias color de leche y nomeolvides de presencia azul, se olía los aromáticos heliotropos, y se escuchaba un soneto de rosas multicolores, también se acumulaban montoncitos de acacias ocres y sonaba un jolgorio de orquídeas purpúreas, blancas y rosadas, reinaba una espesura de violetas color violeta, albas azucenas, tulipanes cárdenos y alcatraces olorosos color de nube, había también nubes como girasoles, floripondios como campanas amarillas, vi toda la flora de la tierra que resplandecía en una noche buena de crisantemos y gente que no llora por su muertos, en una noche de luto alegre porque los muertos vuelan como mariposas, como flores que caminan hacia las alturas del Wallmapu, al Wenumapu, a la patria donde habitan los conocimientos, porque los mapuche no mueren, la muerte de la vida es sólo una transición hacia otra vida, hacia otro espacio que son los sueños, el lugar donde viven los antepasados.
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