¿Qué es lo que vive en el viento que sopla
bondades en tu pecho de Viernes Santo?
¿Qué alberga tu palabra que se detiene en
el valle donde la isla se muerde los labios?
No lo sé ni quiero saberlo,
me basta un jarro de agua fresca
un pote de mate cebado en tu lengua
un Jesús en la boca al pie de la letra.
No lo sé ni quiero saberlo
quizá, en la nostalgia, un perro que ladra
cascajos salmodiando al silencio
un escapulario de hienas
que ruñe mis huesos
o el obrero que masca penurias
en una huelga de brazos caídos.
Ve tú a saber por qué
pero cada vez que pienso en ti
se me sueltan unas ganas salvajes
de tenerte en mis brazos.
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